El Día Internacional de la Paz se celebra el 21 de septiembre, por resolución de la Asamblea General de las Naciones Unidas, en reconocimiento a la contribución de mediadores y mediadoras a la construcción de una cultura de diálogo, tolerancia y entendimiento entre los hombres y los pueblos.
La actividad requiere habilidades especiales para intermediar en conflictos que parecen no tener solución entre familiares, vecinos, problemáticas comunitarias, o que ayude a descomprimir situaciones críticas de emergencia.
En la provincia de Córdoba existen 1.741 mediadores y mediadoras inscriptos en el Registro Público de Mediación de la Provincia. Se desempeñan en Centros Públicos, Centros Comunitarios y Privados de Mediación ofreciendo su intermediación ante una controversia, al igual que los jueces de Paz en sus comunidades.
Soledad Soler, directora de Mediación del Ministerio de Justicia y Trabajo señala que la mediación es una política pública en la provincia: “A través de la Mediación, los ciudadanos articulan sus intereses, ejercen sus derechos legales, cumplen sus obligaciones y median sus diferencias, constituyendo un método de resolución de conflictos que contribuye a la gobernabilidad”.
La mediación en Córdoba, agrega “no se limita a ser un recurso alternativo en el ámbito judicial, sino que es una política estructural dirigida a la pacificación social, la eficiencia del sistema de justicia y la construcción de una cultura de diálogo y convivencia en la sociedad”.
Colaboradores para la paz
Sergio Cattaneo, mediador, entre cuyas tareas fue negociador de las Naciones Unidas, define al mediador como un tercero neutral que está formado en la comunicación, en la facilitación y en la comprensión de la perspectiva que tiene cada una de las partes en conflicto. “Y que llega a la mesa de Mediación a través de una escucha activa, una empatía y una forma de ayudar a las partes para que ellos mismos se den cuenta que la posibilidad de solucionar la controversia está en sus manos”, señala.
Los mediadores y mediadores se capacitan y actualizan anualmente como requisito para desempeñar ese rol según fija el marco normativo. Requieren de un expertise especial.
Carolina López Quirós, fundadora hace 25 años de Estrategias Centro Privado de Mediación y Formación, cuenta que estudió abogacía para ayudar a las personas para resolver problemas, pero que fue en la mediación donde encontró un buen lugar para acompañarlas.
Entendió que dos personas pueden tener miradas diferentes del mismo problema y que no significa que una esté engañando. Entonces, “comprender exactamente qué le pasa a cada parte, desandar ciertos aspectos para llenar espacios con información adecuada, salvar malos entendidos, facilitar espacio para reconocimiento, disculpas, o simplemente para poder tener una conversación que muy probablemente no han tenido antes”, es parte de la tarea de “acompañar” del mediador.
Ambos profesionales coinciden en que un buen mediador tiene que saber escuchar más de lo que habla, y que la mediación destaca en que empodera a las personas en la gestión de sus propios conflictos.
“No proponemos, no damos ideas. Con estrategias propias del método del rol procuramos que puedan adquirir las herramientas para que ellos puedan solucionar la controversia”, señala Cattaneo.
«Es asumir los conflictos con más madurez cívica, con más madurez democrática”, marca López Quirós. Y en eso reside la transformación de paradigma que conlleva la mediación, en ir aprendiendo una nueva manera de encarar los conflictos que no nos ubique necesariamente como enemigos del otro.
La mediación, al ser una herramienta no adversarial, reduce la confrontación y ofrece soluciones consensuadas que respondan mejor a las necesidades de las partes.