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Florecer en pandemia

“Obispo Trejo Florece” es un proyecto de floricultura llevado adelante por 10 emprendedoras, con el objetivo de promover un desarrollo local como la producción de cultivos florales, y con el tiempo, convertirlo en una oportunidad de trabajo para la localidad.

El equipo de trabajo está integrado por mujeres con diferentes ocupaciones, quienes, a pesar de las adversidades, lograron empoderarse y emprender un proyecto comunitario. Con pasión, entusiasmo y mucho esfuerzo, estas mujeres lograron influenciar en el entorno, contagiando a otras emprendedoras que se identificaron con la propuesta y se sumaron, apostando a este proyecto innovador para toda la zona.

Somos 10 mujeres, todas tenemos nuestras familias, pero igual le dedicamos tiempo a este proyecto y entre todas nos ayudamos”, comentó Claudia Villafañe, integrante del equipo.

Por su parte, Elsa Gudiño dijo: “Alguna de nosotras teníamos algo de conocimiento porque vivimos en el campo. Así, de a poquito, empezamos a encaminar el proyecto. Algunas de nosotras somos abuelas y tenemos nuestras familias, eso nos demanda tiempo, pero jamás pensamos en abandonar el proyecto”

Algo similar expresó Claudia: “Unas con otras nos fuimos contagiando el entusiasmo, y también sumamos a otras mujeres que estaban en el mismo camino que nosotras, cumplir con nuestras familias, pero también, hacer lo que nos gusta”.

La iniciativa nació en Obispo Trejo, en el departamento Río Primero, allá por el año 2019, contra todo pronóstico positivo ya que el lugar se caracteriza por presentar un suelo salino, por la falta de lluvias y porque las napas freáticas están muy altas, lo cual hacía pensar que se trataba de un proyecto con escasas, por no decir casi nulas, posibilidades de prosperar en el tiempo.

Además de ir contra los malos pronósticos, el proyecto se desarrolló en una etapa complicada, en plena pandemia de Covid-19. “De la pandemia surgió esto, porque a veces lo malo trae cosas buenas. Esto es como una terapia, llegas y no te queres ir más”, expresó Elsa, quien además contó que trabajan por la mañana y por la tarde, “todos los días, porque las plantas no saben de domingos ni feriados”.

Al inicio del proyecto comenzaron con uno, pero actualmente el emprendimiento cuenta ya con ocho viveros invernaderos en actividad, los cuales generan ingresos económicos a unas 20 familias.

En el lugar se producen varios tipos de flores de corte, principalmente bulbos de lilium, statice, helianthus y lisianthus. El mayor volumen de producción se comercializa en la ciudad de Córdoba, pero las flores también llegan a zonas aledañas a la localidad, a otras provincias como Salta, Mendoza y Jujuy, también a países vecinos como Bolivia.

Al respecto, Mirtha Almada, también integrante de Obispo Trejo Florece, expresó: “nos compran florerías grandes de Córdoba y en los pueblos vecinos también nos encargan para los cumpleaños, los casamientos y las comuniones en la iglesia”.

Además, Mirtha dijo, con emoción en los ojos, sentir orgullo por los envíos que realizan a otros lugares. “Nuestras flores están por todos lados, en todo el país, eso me llena el corazón de enorme alegría”, afirmó.

Lo novedoso del proyecto es que los cultivos también son utilizados para arreglos florales al natural y, luego de pasar por un proceso especial, otros son utilizados como souvenires y adornos en seco.

Tiempo atrás, la Provincia hizo entrega de un aporte económico para la compra de una cámara de frio, la cual resulta fundamental para poder mantener la calidad de las flores, ya que se trata de productos perecederos.

Las emprendedoras no están solas en este proyecto, sino que reciben el asesoramiento profesional y capacitaciones por parte de docentes de la Facultad de Agronomía, de la Universidad Nacional de Córdoba, y también cuentan con el apoyo de la Municipalidad de Obispo Trejo.

Sembrar esperanza, cosechar amor

En una apuesta de cara al futuro, las protagonistas del proyecto aspiran a conformar una cooperativa de trabajo para lograr mayor organización y así, afianzar una identidad, con valores y principio propios.

Sin embargo, las emprendedoras no dejan de vivir y agradecer el hermoso presente por el que transitan. “Hoy, al ver esto siento mucha emoción y gratitud, porque fue mucho esfuerzo, la constancia, y el no darnos por vencidas. Hoy vemos los resultados y nos emocionamos con cada pimpollo que se abre”, dijo Claudia.

Por su parte, Mirtha recuerda: “aunque tuvimos muchos obstáculos por las dificultades del terreno, nosotras seguimos adelante, compostamos la tierra, la trabajamos y al final la tierra dio resultado”.

En tanto, Susana Sosa asegura que muchos no creían en el proyecto, pero aun así, siguieron adelante. “Algunos nos preguntaban qué íbamos a hacer con este proyecto, dónde queríamos llegar, nos aseguraban que no iba a funcionar. Y yo les decía que sí. Hoy estamos acá y vemos que funcionaTrabajamos con esperanza, paciencia, confianza, y hoy tenemos una cosecha repleta de amor”.

Habiendo pasado ya varios meses desde el comienzo, las emprendedoras sienten haber cumplido un sueño, pese a las circunstancias adversas y contra todos los que descreían del proyecto. “Nos sentimos muy felices porque trabajamos todas con mucho amor, y gracias a ese amor logramos florecer en pandemia”, finalizó Elsa.

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